EXPEDICION POR EL RIO MONIQUIRA
RELATORIA
Por Juvenal Nieves Herrera
Ante las crecientes o caudales extraordinarios que se han presentado en tiempo pretérito de cerca de 50 años y lo más recientes del 2011 y 2012 que han generado situaciones de inundaciones y desbordamientos del rio causando problemas de vida a los pobladores principalmente del sector urbano de Moniquirá; LA ASOCIACION LA CUMBRE como organización con propósitos altruistas y objetivos claros de intervenir, educar y presentar alternativas que puedan servir de transformadoras de el fenómeno, definió adelantar una expedición por el rio Moniquirá hasta el mismo nacimiento en el embalse o represa de Gachaneca en el Paramo de Rabanal colindante con el municipio de Samacá.
Se inicia la odisea en los mismos predios del barrio La Aurora encontrando que el rio se llevo parte de terrenos sembrados de caña brava que protegían terrenos de base de las columnas que sostienen las edificaciones de la calle de las alegres mañanitas y el Palacio municipal.
Hacia arriba por los lados del inexistente balneario de la gacha se aprecia los senderos que el rio abrió para posarse en las mismas casas del barrio balcones de Riviera y el desbordamiento de los predios de los Díaz en búsqueda de la llanura de inundación que por años siempre ha reclamado y los besos que le propino al puente de ingreso al centro de acopio.
Remontando el rio se cruza por los aledaños al antiguo lugar de celebración del festival de verano que s mantienen expectante a nuevas versiones del crecimiento fluido del agua.
Por el Chovo el desplazamiento del rio se hace pausado por la ampliación de los potreros que le permite danzar con los guayabos que dejaron de producir por la acción de unos bichos que le calaron hasta la medula.
Se dejo atrás la quebrada de la caña, pero se recibe la corriente de agua de otras no menos importantes como la San Miguel y Obregón, La Naranja, La Capona, Martin, Sorocotá, Piedras, Guatoque, Camelo, De la Cruz, Bengala, Palo Negro, Del Valle y los ríos Del Árbol, Sáchica, Sutamarchán, Tinjacá, Ráquira, Cane, Funza, Aranda, Leyva, Dulce, Chiquizá, Candelaria, Samacá, Gachaneca y Fritas. Fuentes de agua que se deben preservar cuidando sus cuencas, manteniendo los arboles en su rivera, sembrando en las cabeceras para que con el tiempo no desaparezcan.
En el Alto del Ángel, desde la cima se observa un gran cañón por donde el rió baja ruidoso y con fuerza imponente dejando su resollar como fiera provocada. Las paredes de las montañas por efecto de las lluvias y la tala del bosque nativo en algunos flancos se han derrumbado causando preocupación por posibles represamientos que podrían causar daños mayores ante una creciente intempestiva que amerita su estudio y propuestas de atención a mediano y largo plazo.
En los predios del convento de La Candelaria confluyen a manera de Y (ye) los ríos Sachica y Sutamarchan que ante las evidencias encontradas en su lecho con enjambres de palos desecados, areniscas, y piedras de canto rodado que han dejado los fenómenos de la erosión, junto a desechos y plásticos que no se degradan tan fácilmente acumulan y retiene el agua que se embalsa y ante lluvias de diluvio se constituyen en un centro generador de las inundaciones que a la postre bajan raudas hasta la misma zona urbana de Moniquirá donde de manera rebosante reclama los espacios que por cientos de años siempre fueron de su propiedad.
Ascender bordeando el cañón descarpado entre Sachica y el dobles hacia Samacá para mirar hacia abajo el riachuelo que en tiempos tranquilos de emporadas secas solo un pequeño hilo de agua desciende por su vertiente.
Se ingresa al Valle de Samacá lleno de cultivos de cebolla, maíz, duraznos y manzanas, pastizales, que son irrigados por el canal más que un verdadero rio que es protegido por jarillones para evitar con las lluvias del sector que pueda inundar la amplia superficie del imponente valle.
Por las laderas aledañas al Paramo del Rabanal se sube como cabras agarradas a los riscos, soportando el calor de los hornos que producen el coque y los huitrones que arrojan bocanadas de humo que contamina con su ripio y el co2 el ambiente otrora siempre limpio y despejado. Por entre matorrales, chusques, encenillos y a los 3000 msnm la presencia de frailejones, baja el agua cristalina de lo que podría llamarse un rio que mas pareciera un inofensivo manantial bautizado como el Gachaneca que proviene exactamente del embalse o represa con ese nombre chibcha.
Se avista el nivel dos de la construida presa de 28.5 hectáreas y 1.495.000 metros cúbicos de agua que protegidos por un muro de contención fue ordenada en el gobierno de Virgilio Barco por los años de 1986 al 90.
Por entre arborización de pinos americanos sembrados para cortarlos posteriormente para madera y de paso dejando una estela de muerte de frailejones como los mentaron los españoles creyendo que eran curas de sotana al ser vistos de lejos, y toda clase de fauna silvestre se llega al nivel uno de la balsa de Gachaneca que antes fuera un pantano con una extensión de 201 hectáreas y 4.720.000 metros cúbicos de agua. Esta se intercomunica con la del nivel uno para entregar sus aguas por el riachuelo que de manera controlada desciende lentamente hasta la sabana extensa del valle de Samacá y por esos conductos a cambiar de nombre por los diferentes parajes y pueblos que baña a su paso.
Esas aguas después de recorrer unos 63 kilómetros cruzaran sin quitarse el sombrero y despojarse de la ruana por las mismas alamedas y las zonas urbanas de Moniquirá unas veces recreando el paisaje y otras con la fuerza extensiva que deja la creciente hasta desembocar al Rio Suarez.
Con los años, no solo de los seres humanos que habitan estos parajes y que han ido dejando su recuerdo en los mismos descendientes quienes siguen mirando como familiar al rio Moniquirá y, lo milenario de este afluente que por temporadas no anunciadas llama la atención para que no se continúe atentando con su propio legado de ser parte de la historia y de nuestra vida por siempre.
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Expedicionarios que realizaron la travesía por el Rio Moniquirá: Mario Ramón González, Carlos Pinzón, Eliecer Castillo y Juvenal Nieves Herrera.
Provincia de Ricaurte (Boyacá), 13 y 18 de mayo de 2012.
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